De las solicitudes de patentes para invenciones mexicanas, 30 por ciento provienen de universidades y centros de investigación del sector público, sin embargo, muchas se quedan en el camino por la falta de apoyo y de una vinculación más efectiva entre la academia y la industria, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF).
La directora ejecutiva de la Unidad de Desarrollo e Investigación en Bioprocesos del Instituto Politécnico Nacional, Sonia Pérez, dijo que la Ley de Ciencia y Tecnología mexicana aún no termina de ser la plataforma ideal para que estas innovaciones salgan de las universidades.
Aseveró que se necesita impulsar la inversión a fin de que las propuestas de las universidades sean atractivas para la industria, y que el gran reto para los investigadores es lograr la madurez de las tecnologías dentro de sus instituciones.
La integrante del Sistema Nacional de Investigadores precisó que por un lado, los directivos de las universidades públicas deben reducir la excesiva burocracia que desalienta tanto a la industria como a los investigadores, y éstos tienen que profesionalizar la manera en la que comparten y 'venden' sus descubrimientos.
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“El investigador mexicano tiene que cambiar la manera en que divulga y promueve su investigación con la industria, generar resultados más evidentes bajo buenas prácticas de laboratorio, a vender no solo ideas, sino vender proyectos o innovaciones de forma más profesional y especializada”, apuntó.
En su participación la directora Divisional de Patentes del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), Eulalia Méndez, expuso que el 48 por ciento de las patentes otorgadas a nacionales entre 2013 y 2019 son de universidades y centros de investigación públicos.
Sin embargo, 2 mil 700 patentes en el país son abandonadas cada año, tanto de mexicanos (15 por ciento de ese total) como de extranjeros (85 por ciento) debido principalmente a falta de novedad y abandono de la solicitud, desmotivación por la falta de conocimiento sobre el trámite y de sincronía con las necesidades de la industria.
“Hay innovaciones que caducan porque no hallan eco en el sector económico, y las universidades no pueden sostener el pago de las anualidades para tener una concesión”, apuntó.
Destacó que la autoridad no debe estorbar en el proceso de innovación con procesos burocráticos excesivos, y que debe buscar herramientas de apoyo para promover la innovación incremental, pues la innovación no concluye cuando se tiene una patente.
Durante su exposición en el panel, la directora de Patentes para Latinoamérica del Grupo Grünenthal, Marianela Beltrán, dijo que México tiene un alto nivel para la innovación y que se necesita contar con un ecosistema que lo promueva.
Agregó que una mejor interacción entre la academia e industria requiere de la construcción de un mensaje que destaque los beneficios para el país, así como los objetivos comunes: mejorar la salud de la población, la calidad de vida, y contar con productos que beneficien al paciente.
Apuntó que las universidades deben pasar de verse como investigadores a verse como innovadores, y que los países innovadores no sólo buscan desarrollo local, sino que pretenden llegar al ámbito global.
AMP