El movimiento de tierras para el acondicionamiento de plataformas del proyecto de reconfiguración de la refinería Miguel Hidalgo de Petróleos Mexicanos (Pemex), ubicada en Atitalaquia, fue una labor que dejó pendiente la constructora brasileña Odebrecht en julio de 2017.
Consultada en ese entonces la petrolera Pemex reconoció que “quedaron algunos trabajos pendientes con la compañía brasileña Odebrecht en las instalaciones de la refinería, pero son trabajos que tienen únicamente que ver con acondicionamiento de las plataformas, lo que fue movimiento de tierras”.
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Y es que el contrato solo era relativo al acondicionamiento del sitio, pues “no tuvo ninguna injerencia Odebrecht en el tema de ingeniería, nada de ingeniería”, según Pemex.
Estos trabajos consistieron en el “acondicionamiento de los terrenos” para la construcción de accesos y obras externas para el proyecto de aprovechamiento de residuales en la refinería, estipuladas en el contrato DCPA-OP-GCP-DGTRI-A-3-15, signado entre la Constructora Norberto Odebrecht y Pemex Transformación Industrial.
Dicho contrato fue cancelado en la segunda semana de julio de 2017, y de inmediato Pemex inició el proceso para encontrar a un nuevo contratista que finalizara las obras que la constructora brasileña, involucrada en un presunto caso de sobornos, dejó inconclusa.
Conflictos locales por Odebrecht
Para el traslado y depósito de la tierra extraída tras el “movimiento de tierras”, la firma brasileña contrató a transportistas, en su mayoría procedentes de otras regiones de Hidalgo, ello generó inconformidad entre los transportistas de la región de Tula, quienes en distintas ocasiones exigieron mayor porcentaje de empleo para la zona y mejores tarifas.
La extracción de tierra, así como su traslado y depósito duró varios meses. En ese lapso, los transportistas foráneos y locales, transportaron viajes de tierra hacia distintos puntos de la región de Tula.
Las unidades de carga salían de la refinería Miguel Hidalgo a través del bulevar de lo que entonces era el área de Petroquímica. En ese punto, empleados de la empresa abanderaban el tránsito, toda vez que a su salida de la refinería los camiones se incorporaban a la carretera federal Jorobas-Tula.
Luego de ello las unidades de carga seguían las rutas aprobadas. Dicha tierra fue depositada en tierras ejidales y particulares de los municipios Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tula de Allende; sin embargo su depósito generó molestia entre los habitantes de dichos municipios.
Inclusive acusaron que dicha tierra carecía de estudios realizados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para descartar presencia de algún contaminante.
En la mayoría de los casos vecinos y ejidatarios pidieron dictámenes en los que se especificara que la tierra no contenía agentes nocivos a la salud.
No obstante –dijeron en ese entonces los vecinos y ejidatarios– los encargados de las obras presuntamente se negaron a presentar análisis de instancias estatales y federales en materia ambiental.
El acarreo de material de dichas obras concluyó sin que se presentaran los estudios.
Nuevo contratista
Posteriormente Pemex encargó los trabajos a otra constructora, la cual dejó listas las plataformas para que ICA Fluor realizara después el armado de la planta coquizadora retardante, que forma parte de la reconfiguración de la refinería.
Dicha planta se armó con los tanques para el procesamiento de coque, los cuales llegaron desde España, donde fueron fabricados por la empresa Ingeniería y Diseño Europeo S.A. (IDESA), en Avilés, España.
Los seis tambores, cada uno de 10 metros y medio de diámetro, 40 metros de longitud y 565 toneladas de peso, arribaron al país a través del puerto de Altamira, Tamaulipas. Mientras que la torre fraccionadora, dividida en dos secciones, fue elaborada en Bilbao, España, por la empresa Lointek Heavy Industries.
Dicha torre, que fue dividida en dos secciones para su traslado, mide 11 metros de diámetro, 70 metros de longitud y pesa mil toneladas en conjunto. De igual manera arribó al puerto de Altamira, la carga de ochos piezas se dividió en dos convoys que tardaron más de un año en llegar hasta su destino. Las piezas arribaron la madrugada del 5 de julio de 2017 a la refinería Miguel Hidalgo.
Al visitar la refinería para atestiguar la colocación del primer tambor de coque en la planta la planta coquizadora de la refinería Miguel Hidalgo de Pemex, el entonces titular de la petrolera, José Antonio González Anaya, afirmó que la coquizadora tendría como objetivo el darle mayor capacidad al complejo para procesar el crudo y convertirlo en productos con más valor en términos económicos.
El exfuncionario detalló en aquella visita que la planta coquizadora requerirá una inversión total de 2 mil millones de dólares (mdd).
Tan solo –precisó– los tambores que integrarían la planta coquizadora tuvieron un costo de 50 millones de dólares “puestos” en planta. González Anaya puntualizó que de acuerdo al cronograma de obra, la planta debía estar terminada en 2019.
No obstante la planta coquizadora quedó inconclusa, por lo tanto no opera, y ahora Pemex pretende recurrir a inversión privada para concluirla, lo que forma parte de la reconfiguración de la refinería Miguel Hidalgo.
El contrato que será otorgado por Pemex Transformación Industrial a la empresa que se seleccione en el proceso, ronda los por 3 mil 54.8 millones de dólares.