Carlos Urzúa, formador de economistas y torbellino en el aula

PERFIL

Carlos Urzúa, un gran economista, académico, docente y funcionario; fue la persona más importante en mi desarrollo profesional: Gerardo Esquivel.

“A diferencia de otros profesores, más alejados de los estudiantes, Carlos convivía con nosotros en la cafetería”. | Cuartoscuro
Ciudad de México, México /

Este lunes falleció intempestivamente Carlos Urzúa, un gran economista, académico, docente y funcionario. No tengo ninguna duda de que Carlos fue la persona más importante en mi desarrollo profesional y muy probablemente en la de muchos otros.

  • Carlos fue mi profesor en la Maestría en Economía de El Colegio de México entre 1989 y 1991.

En el salón de clases Carlos era un torbellino, se emocionaba explicando los conceptos y le apasionaba hacer demostraciones matemáticas. Su pasión por enseñar era evidente y su curiosidad intelectual era verdaderamente contagiosa. Fuera del salón de clases Carlos era una persona extraordinariamente amable y sencilla.

A diferencia de otros profesores, más alejados de los estudiantes, Carlos convivía con nosotros en la cafetería, en los pasillos o en la biblioteca. La mayor parte de los estudiantes de mi generación entablamos una buena amistad con él.

Charlábamos con frecuencia y él nos recomendaba qué leer o qué hacer para tratar de acceder a un buen programa de doctorado en el extranjero. Así, en buena medida derivada de esas pláticas, Arturo Herrera salió rumbo a New York University, Graciela Márquez y yo fuimos a Harvard, mientras que Jorge Raygoza partió a Virginia University.

  • Otros compañeros salieron a hacer una segunda maestría en el extranjero.

Fuimos una generación muy afortunada. Carlos nos apoyó en muchas y muy distintas formas. A varios los recomendó en buenos trabajos. A mí y a Graciela nos consiguió recursos para quedarnos un año en El Colegio de México como Investigadores Junior.

A mí me convenció de tratar de publicar mi tesis de licenciatura, que a él le parecía muy interesante, y que en realidad había sido un trabajo final para una de sus clases. Ese trabajo se convirtió eventualmente en mi primera publicación arbitrada, algo que siempre le agradeceré.

Sobra decir que fue Carlos quien me convenció de que tenía posibilidades reales de hacer un buen doctorado, algo que no estaba en mis planes, mucho menos en una universidad de excelencia en Estados Unidos. A duras penas hablaba inglés y lo último que quería era irme del país.

Él me convenció de que podría lograrlo y me animó a solicitar primero la beca Fulbright y luego a enviar solicitudes a más de una decena de universidades. Carlos se alegró enormemente cuando supo que me dieron la beca y que me admitieron en Harvard, cosas que le debo a él más que a nadie.

Al término de mis estudios Carlos me apoyó para que me reincorporara a El Colegio de México, esta vez como profesor-investigador. Allí coincidimos como colegas por un par de años, antes de que él partiera a su primera aventura en el sector público, como secretario de Finanzas del Gobierno del entonces Distrito Federal.

Carlos realizó una extraordinaria labor como secretario. Aumentó la recaudación en forma importante, lo que permitió llevar a cabo importantes obras públicas y financiar diversos programas sociales, sin que eso se tradujera en aumentos de deuda. Carlos fue el artífice de una profunda reforma de las finanzas públicas de la capital, algo que le es poco reconocido.

Cuando renunció al Gobierno del Distrito Federal en 2003, Carlos ya no regresó al Colegio, sino que optó por regresar a su alma mater, el Tecnológico de Monterrey. Allí formó a otras centenas de estudiantes. Seguimos viéndonos ocasionalmente por varios años. Nos reencontramos nuevamente a mediados de 2017, cuando el ahora Presidente nos convocó a formar grupos de trabajo con miras a la elección de 2018.

Luego él fue anunciado como un posible secretario de Hacienda en diciembre de 2017 e inmediatamente me buscó y me ofreció varias alternativas. Acepté ser su subsecretario de Egresos. Llegó la elección y la transición. Esos días convivimos más que nunca, aunque esa historia quizá deba ser contada en otro momento.

El 26 de noviembre de 2018 Carlos me llamó para anunciarme que esa misma tarde me iba a anunciar como la propuesta del presidente electo para ocupar la subgubernatura del Banco de México. De ese día son unas de las pocas fotos que tenemos juntos.

Era un momento muy importante para mi carrera y, para mi fortuna, Carlos fue el encargado de presentarme ante la prensa. Lo que pasó después ya es historia. Sin embargo, reitero que durante todos estos años la presencia de Carlos en mi trayectoria profesional ha sido permanente. Sin él, mi camino hubiera sido sin duda muy diferente.

Carlos tenía una vitalidad y un empuje que ayudaba a transformar a las personas. Le gustaba la poesía, cosa que muy pocos sabíamos y que algunos descubrimos el día que fue anunciado como ganador del Premio Nacional de Poesía de la editorial Tintanueva.

Como econometrista logró lo que pocos, desarrollar una prueba estadística que lleva su nombre: la prueba Urzúa para la normalidad de los residuales de una regresión.

No es casualidad tampoco que buena parte de los economistas que hoy dirigen las instituciones más importantes del país hayan sido sus alumnos: la gobernadora del Banco de México (Victoria Rodríguez), la secretaria de Economía (Raquel Buenrostro), la presidenta del INEGI (Graciela Márquez), el subsecretario de Hacienda (Gabriel Yorio), la subgobernadora del Banco de México (Galia Borja), entre otros.

Carlos fue un auténtico formador de economistas y servidores públicos para el país. Su partida deja un hueco enorme en la profesión y en el debate público en México. Su bonhomía, su inteligencia y su generosidad eran proverbiales. Descanse en paz.

EDD

  • Gerardo Esquivel
  • Economista.

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