Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), empieza a ver signos de esperanza moderada en la evolución de la economía con las noticias sobre las vacunas del coronavirus, aunque advierte de que para ver plenamente sus efectos hay que esperar todo el año 2021.
"Por primera vez desde que golpeó la pandemia a comienzos de 2020 tenemos esperanzas. Las noticias sobre las vacunas han dado optimismo y han disipado un cierto grado de incertidumbre", declaró en la presentación este martes del informe semestral de perspectivas de la OCDE.
No obstante, recordó que muchos países están viviendo ahora un repunte de la epidemia que ha obligado a aplicar nuevas medidas restrictivas que "no podrán desaparecer mientras la mayor parte de la población no esté vacunada", algo que no ocurrirá "hasta finales de 2021".
En consecuencia, pese a un crecimiento global "vigoroso" del 4.2 por ciento que la OCDE espera para el año próximo, muchos países de la organización tendrán al terminar 2021 un producto interior bruto (PIB) inferior al que había a finales de 2019, antes de que estallara la crisis del coronavirus.
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Gurría añadió que cuando termine 2022 el PIB mundial estará unos 7 billones de dólares por debajo del que la propia OCDE proyectaba antes de la pandemia, una cifra que equivale a un tercio de la economía estadounidense.
"Lo que significa que el impacto es bastante masivo, tanto en términos humanos como económicos", concluyó.
Según la economista jefe de la organización, Laurence Boone, hasta ahora la economía mundial ha perdido el equivalente del PIB anual de Alemania y Francia juntos.
El secretario general insistió en que "es un falso dilema" enfrentar la lucha contra la epidemia con el salvamento de la economía porque "vencer el virus es la única forma eficaz de proteger a la población, pero también a la economía".
En este momento eso pasa por mantener las ayudas públicas masivas que han desplegado los gobiernos, en primer lugar para el sector sanitario.
A ese respecto, Boone subrayó que "hay que evitar reproducir los errores de la crisis precedente de precipitarse para sanear las cuentas públicas".
El aumento de la deuda que provoca esos planes públicos anticrisis no es tan problemático como en la crisis financiera porque ahora los tipos de interés en los países occidentales son históricamente bajos.
La gran prioridad de esas ayudas, según la economista jefe, es "seguir apoyando a las categorías más vulnerables" y a los más afectados por los efectos de la pandemia, como son los jóvenes, los trabajadores con baja cualificación o los niños de familias con pocos ingresos para evitar que aumente la brecha de la desigualdad.
AMP