“A mis 51 años me atreví a regresar a la escuela. Hice mi examen y ¡Me quedé en la ENA del INBA! No fue nada fácil, fue un gran reto, pero valió mucho la pena y ahora soy vitralista”, relata Magda en un pequeño mensaje para quien adquiera un florero hecho de material reciclable que ella decoró, una forma de sustento económico que encontró en su quinta década de vida.
Ella es parte de las 563 mujeres que ha capacitado Cerrando el Ciclo, un proyecto mexicano que busca hacer de la economía circular alrededor del vidrio, un modelo de negocio.
“Los negocios circulares van cada vez más en crecimiento. En México se generan más de 3 millones de toneladas de vidrio, pero solamente 12 por ciento se reciclan; lo demás queda enterrado en relleno sanitario o en mares. La materia prima para hacerlo es muy barata, por lo que la industria no suele recuperarlo”, dijo en entrevista con MILENIO José Luis Pérez González, socio fundador del proyecto.
Según la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac) la industria de reciclaje en el país está valuada en cerca de 3 mil millones de dólares, con un crecimiento anual de 10 por ciento.
Todos los días llegan a la tienda de Cerrando el Ciclo, ubicada en la colonia Roma, en Ciudad de México, entre 50 y 100 kilos de vidrio para reciclar.
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“La conciencia de la gente y la parte de corresponsabilidad social de las empresas han impulsado estas tendencias para generar un modelo de negocio a partir de eso. Cada vez hay más consumidores informados que están prefiriendo encontrar un artículo que tiene una historia o una vertiente de impacto social, la tendencia es alta”, sostuvo el directivo.
De acuerdo con una encuesta de Accenture, realizada a 6 mil personas en 11 países, la mitad de los consumidores afirmó estar dispuesto a pagar más por productos sostenibles, diseñados para ser reutilizados o reciclados; 94 por ciento de ellos dijo que es importante que las empresas diseñen artículos que deben reciclarse o reutilizarse.
El reporte destaca que 83 por ciento de los encuestados mexicanos dijo que actualmente consume productos más amigables con el medio ambiente que hace cinco años.
Cerrando el Ciclo funciona a partir de distintas vertientes: la capacitación de mujeres para que diseñen su propio modelo de negocio con la propuesta; la venta de productos fabricados por ellos; y la venta de maquinaria para cortar vidrio y producción de artículos.
La comercialización de productos se da a través de una tienda física y del comercio electrónico.
“El año pasado se volvió el año en el que aprendimos a incursionar en el comercio electrónico y empezamos a crecer mucho con plataformas como Mercado Libre. Hoy 70 por ciento de nuestras ventas son por este canal”, señaló José Luis.
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Capacitación y comunidad
La venta de maquinaria representa 50 por ciento de los ingresos del emprendimiento; la comercialización de producto, entre 15 y 20 por ciento; y las alianzas con empresas así como capacitaciones a mujeres, el resto.
En alianzas con instituciones como el DIF y entidades como el Estado de México, la compañía capacita a mujeres entre 40 y 55 años de edad, principalmente. Cada capacitación cuesta 2 mil pesos, la mitad de ese costo es absorbido por las organizaciones con las que participan. Una vez terminados los cursos, en los que se habla de diseño, emprendimiento, técnicas de reciclaje, entre otros, el proyecto dota a las mujeres de herramientas para emprender sus propios proyectos.
“Capacitamos a mujeres que se encuentran en situaciones vulnerables o que tienen la intención de aprender un oficio y que puedan transformar estos insumos para generar un esquema de negocio y tener sus propios recursos. Buscamos cerrar el ciclo de las botellas que la gente tira para poderlas aprovechar, darles una nueva vida y evitar que lleguen a rellenos sanitarios”, agregó.
Sin embargo, menos del 10 por ciento de las mujeres que han sido capacitadas viven totalmente de los ingresos generados a partir de sus productos fabricados con material reciclado.
“El reciclaje como sustento económico apenas está tomando fuerza, pero todavía tiene que estar basado en diversas vertientes. Ellas fijan sus precios; nosotros subimos un 30 por ciento, para que sea sostenible el proyecto. Nos faltan algunas redes; cuando ellas empiezan a fabricar sus productos lo hacen en su localidad, pero empezamos a ver cómo sumarlas porque muchas deben trabajar en mejorar su habilidad de venta. Sabemos que es un porcentaje bajo, pero estamos trabajando en ello para incrementarlo”, indicó.
El vidrio termina en productos como vasos, jarras, servilleteros, hasta joyerías, placas para muebles o reconocimientos, entre otros.
AMP