El acuerdo alcanzado el pasado fin de semana por el Grupo de los Siete (G7) sobre la tasa mínima de impuestos a empresas y las disposiciones relativas a gravámenes a las multinacionales allanan el camino para un pacto más amplio en las próximas semanas que podría remodelar la tributación transfronteriza en los próximos años.
Aclamado como un hito por sus partidarios, el acuerdo contiene, sin embargo, muchos detalles que aún deben ser afinados a tiempo para que los países del G20 lo apoyen en una reunión prevista para el próximo mes. Esto es lo que sabemos hasta ahora y lo que sigue sin estar claro sobre el acuerdo.
¿El impuesto se aplicará en todo el mundo?
El acuerdo del G7 sobre un impuesto corporativo mínimo de al menos un 15 por ciento a nivel mundial sienta las bases para el siguiente paso, que es una reunión en línea del 30 de junio al 1 de julio de los 139 países que negocian las futuras normas de tributación transfronteriza en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en París.
El objetivo de los países es llegar a un consenso sobre los detalles en la reunión, ya que se ha hecho mucho trabajo técnico. Cualquier acuerdo que se alcance en esa reunión se presentará a los ministros de Finanzas del G20 para que lo aprueben durante un encuentro en Venecia los días 9 y 10 de julio.
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La OCDE y Estados Unidos han dicho que es posible que haya que esperar hasta una reunión del G20 en octubre para conseguir la aprobación final, porque la posición de Washington podría no ser la definitiva en julio, debido a que el Congreso estará tramitando un paquete de medidas tributarias locales.
La aprobación del G20 significaría que las mayores economías del mundo la aplicarían, por lo que su alcance sería efectivamente mundial
¿Es el final de los paraísos fiscales?
Si el acuerdo no acaba por completo con los paraísos fiscales, los hará mucho menos atractivos para muchas empresas que buscan reducir su carga fiscal, pero también volverá más atractivos sus antecedentes ante inversores que se centran en la gobernanza medioambiental, social y corporativa.
La idea del impuesto mínimo global es dar a los países el derecho de añadir tributos adicionales sobre las utilidades de las empresas en países con tasas impositivas inferiores al mínimo global.
Además, el G7 quiere que la tasa mínima se aplique país por país, en lugar de una media de los países en los que opera una empresa, un enfoque que se considera mucho más duro para los paraísos fiscales.
Así, si una empresa estadunidense obtiene beneficios en las Islas Vírgenes Británicas, donde no existe el impuesto corporativo, las autoridades fiscales estadounidenses podrían aplicar un impuesto del 15% sobre esos beneficios, si esa es la cifra mínima global finalmente acordada.
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¿De qué forma será implementado?
Otra parte de las conversaciones sobre impuestos internacionales trata de cómo repartir los derechos de los gobiernos a gravar las utilidades excesivas, o no rutinarias, de las mayores multinacionales, entre las que se encuentran grandes empresas digitales como Apple y Google.
El G7 acordó que los gobiernos deberían tener derecho a gravar al menos 20 por ciento de los beneficios obtenidos en su país por una multinacional por sobre un margen del 10 por ciento. Todo indica que las ganancias excedentarias también estarían sujetas al mínimo global.
Dicho esto, aún hay que concretar muchos parámetros y todavía hay margen para que estas empresas hagan oír su punto de vista en el debate.
¿Cuáles son las posibles lagunas?
Es probable que los países que negocian el impuesto global eximan a algunos sectores. Por ejemplo, puede que las industrias extractivas queden excluidas, ya que las empresas suelen pagar derechos por adelantado al gobierno donde se encuentran las minas o los yacimientos petrolíferos.
También se ha hablado de excepciones para determinados servicios financieros.
Las autoridades afirman que algunos países quieren un margen de maniobra en las exenciones fiscales para la investigación y el desarrollo. Otros, como China, quieren proteger las zonas económicas de baja tributación que utilizan para atraer inversiones.
¿Los gobiernos obtendrán mayores ingresos?
La OCDE calculó en octubre que un impuesto mínimo global podría recaudar 100 mil millones de dólares al año, o 4 por ciento del impuesto corporativo mundial. Esta cifra es probablemente baja, ya que se basa en una tasa de 12.5 por ciento, que era el objetivo de las conversaciones en aquel momento.
Sin embargo, por grande que parezca la cifra total, es una gota en el océano comparada con los billones de dólares que los gobiernos de todo el mundo han gastado para mantener sus economías a flote durante la pandemia de covid-19.
¿Qué pasará en Suiza, Países Bajos y Luxemburgo?
Estos países con ventajas fiscales han visto las cosas claras en los últimos años y han eliminado las lagunas fiscales, al tiempo que intentan competir por el capital extranjero en condiciones distintas a las de los impuestos.
Irlanda, donde muchas empresas tecnológicas estadunidenses tienen grandes operaciones, ha dicho que mantendrá su tasa impositiva del 12.5 por ciento para las empresas, independientemente de lo que se decida a nivel internacional.
El ministro de Finanzas, Paschal Donohoe, calcula que la recaudación anual del impuesto de sociedades en Irlanda será 20 por ciento o 2 mil millones de euros menos de lo que habría sido en 2025 debido a los cambios previstos, pero no espera una salida masiva de empresas de su territorio.
Suiza, que se encuentra bajo presión desde el extranjero, ha prometido eliminar las bajas tasas impositivas especiales que beneficiaban a unas 24 mil empresas extranjeras con sede en el país.
"Suiza tomará las medidas necesarias para seguir siendo un lugar de negocios muy atractivo", dijo el Ministerio de Finanzas en un comunicado.
Gracias a su intrincada red de tratados fiscales con otros países, los Países Bajos podrían mantenerse como una vía para que las multinacionales pasen las utilidades de una filial a otra a tasas favorables.
Aunque la tasa del impuesto corporativo en los Países Bajos es del 25 por ciento, los neerlandeses empezaron este año a gravar los pagos de regalías e intereses salientes a lugares donde la tasa tributaria es inferior al 9 por ciento, y tienen previsto hacer lo mismo con los dividendos salientes a partir de 2024.
Sin embargo, no está claro cuándo entrará en vigor el acuerdo del G7 y las normas neerlandesas aún podrían cambiar antes de 2024.
AMP