La conciencia del reciclaje está cada vez más presente en los hogares de México, principalmente con campañas de sustentabilidad impulsan diversas empresas y organizaciones, pero esto creció más rápido con el acelerado incremento en los precios en el país a niveles nunca vistos en 20 años pegando a una industria que vivió del consumismo: el fast fashion.
Información del Inegi muestra que el precio de prendas como pantalones, camisas y playeras subió hasta 8.9 por ciento en un año, dependiendo la pieza, cantidad por encima de la inflación general de 7.7 por ciento, esto hace que las personas piensen mejor que compran y a qué dedican su dinero.
El último estudio de Capgemini sobre economía circular habla que a 2021 alrededor de 37 por ciento de los consumidores dejó de comprar fast fashion por adquirir prendas que puedan durar más, mientras que 34 por ciento mejor se dedicó a reparar lo que ya tenía en su closet.
También, se menciona que 34 por ciento de los consumidores está empleando algunos métodos de reemplazo, como rentar vestidos de noche o abrir una tienda en redes sociales y darle la oportunidad a alguien más de usar esa prendas antes de desecharla y recurrir a adquirir más prendas.
“Esta industria de moda rápida vale aproximadamente 3 mil millones de dólares a nivel mundial, lo que equivale al 2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del planeta, esto va a cambiar”, comentó a MILENIO Adriana Torres, vicepresidenta y directora de operaciones de la firma.
Sólo en Ciudad de México se generan al año 3 mil 700 millones de toneladas de residuos textiles entre ropa, sábanas y otros, y sólo se recicla 1 por ciento, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Torres comentó que ya venía gestándose una mayor conciencia de la ropa y el daño ecológico que se gestaba, pero después por efectos de la pandemia esto se aceleró.
El Inegi reportó que entre enero y abril de 2022 el volumen de venta de ropa como faldas, playeras, camisas, pantalones, mamelucos, entre otros, tuvo una recuperación de doble digito respecto al mismo lapso del año pasado; sin embargo aún están muy lejos de lo que reportaban antes de la pandemia.
En el caso de faldas se encuentra 41.9 por ciento menos que 2019, mientras que en camisas la reducción es de 37.8 por ciento, blusas para dama 18.8 por ciento, mamelucos para bebés 17.2 por ciento y pantalones para caballero 16.7 por ciento inferior.
Esto también se refleja en las cifras de empresas como Inditex, dueña de marcas como Zara y Stradivarius, que a nivel global reportan aumentos considerables en sus ingresos pero esto se debe al acelerado aumento en las prendas que comercializan.
“Tenemos una política de precios estable, pero en mercados con inflación material temporal o depreciación de la moneda, tomamos las medidas necesarias ajustes por formato comercial, por producto para proteger nuestros márgenes. Dadas estas acciones selectivas, seguimos esperando que los precios contribuyan a las ventas de 2022”, explicó Óscar García Maceiras, consejero delegado de Inditex en conferencia con analistas.
Textiles alternativos
Foto: Especial
Parte de las estrategias de la industria textil es apostar por fibras más ecológicas para reducir el impacto en el desecho de las mismas, pues de acuerdo con cifras de Greenpace, la producción de ropa en el mundo representa alrededor de 5 por ciento de las emisiones de CO2.
“El entorno se está prestando a hacer estos cambios relevantes; si bien sigue siendo un consumo en algunos casos un poco más de nicho, el tema está creciendo de manera lenta pero con estrategias mucho más claras”, dijo a MILENIO Mirelle Acquart, integrante de la Comisión de Responsabilidad Social de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive).
Agregó que a nivel internacional el tema sigue creciendo, porque algunos países que ya tienen un avance en buscar alternativas de telas menos contaminantes pueden tomar un gran auge.
En mayo, Inditex hizo pública su intención por invertir 100 millones de euros en Infinited Fiber Company, con el fin de adquirir hasta 30 por ciento del volumen de producción de Infinna, una fibra textil fabricada a partir de residuos textiles.
Foto: Especial
La transición de la dueña de marcas de fast fashion como Zara resulta un avance para la industria de la moda que explora su incursión hacia nuevas formas de consumo que hoy involucra la sostenibilidad.
“En México existen muchos retos todavía en la parte de la comprensión de lo que significa hacer sostenibilidad, pero las intenciones son notorias. Por ejemplo, el poliéster, que es alrededor de 60 por ciento de la producción mundial, necesita insumos de hidrocarburos y al tener que consumir un recurso natural no renovable”, agregó la especialista de Canaive.
De acuerdo con cifras de Mercado Libre, en los últimos cuatro años en Latinoamérica hay un crecimiento de 106 por ciento en el número de productos ofertados en la plataforma relacionados con la sustentabilidad.
“No cabe duda de que las personas procuran tener un consumo cada vez más consciente, por lo cual es importante para ellos que las marcas que consumen sean socialmente responsables en sus acciones y en la oferta de productos que comercializan”, dijo al respecto Ximena Cortina, gerente de marca Ilusión.
AMP