A pesar de lo complicado que fue 2020 por la pandemia del covid-19 y su impacto económico, los flujos de remesas enviados a México, Colombia y Brasil en 2020 compensaron la caída en los envíos de dinero hacia otros países de América Latina y el Caribe, informó el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA).
De acuerdo con el centro de estudios, la evolución de las remesas no fue homogénea en todas las subregiones de América Latina y el Caribe, pues si bien se observaron crecimientos anuales en la recepción de flujos en los países de Centroamérica (4.2 por ciento), el Caribe (12.7 por ciento) y México (9.6 por ciento), en los países suramericanos se observó una ligera caída de 1 por ciento y la reducción más acentuada se dio en el grupo de países andinos, cuya caída fue de 4.2 por ciento.
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Estas variaciones reconfiguraron ligeramente la composición de las remesas que recibe cada subregión respecto al total de América Latina y el Caribe, donde México y el Caribe ganaron 1.2 y 1 por ciento, respectivamente, de participación en el total regional, mientras que Sudamérica y Centroamérica lo perdieron en 1.7 y 0.5 por ciento, respectivamente.
Remesas en América Latina y el Caribe
En este contexto, indicó el centro de estudios, contrario a las estimaciones de principios de la pandemia, que preveían una significativa reducción en el flujo de remesas para 2020 (algunas de las estimaciones eran de una reducción de 20 por ciento), los flujos de remesas que recibieron los países de América Latina y el Caribe alcanzaron 101 mil 500 millones de dólares al cierre de 2020.
Explicó que esto representa un crecimiento de 8.3 por ciento, comparado con los flujos del año anterior, similar a lo observado en 2019, con lo que las remesas a la región sumaron once años consecutivos de crecimiento ininterrumpido.
El CEMLA refirió que el crecimiento de las remesas en 2020 refleja los esfuerzos que realizaron los migrantes por mantener el apoyo a sus familiares, sobre todo en tiempos de necesidad apremiantes como los que provocó la crisis, y es, como ya ocurrió durante la crisis financiera de 2009, una nueva confirmación de la resiliencia y compromiso de los migrantes por contribuir a la calidad de vida de sus personas cercanas que se encuentran en sus países de origen.
Puntualizó que en el primer trimestre de 2020 se observó un crecimiento de 8.8 por ciento respecto al observado en el mismo periodo del año anterior, mientras que en el segundo trimestre cuando se observan los efectos más fuertes de la crisis, con una reducción de 4 por ciento, para posteriormente recuperarse durante el tercer trimestre a una tasa de 12.5 por ciento, similar a la observada en años anteriores, acelerándose durante el cuarto trimestre a una tasa de 15.7 por ciento, la más alta observada en un trimestre en los últimos años.
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Esto último parece mostrar que la recuperación se sintió fuertemente en dicho trimestre en los países de destino de los migrantes, lo que les permitió incrementar sus envíos para que sus familias en los países receptores pudieran resistir la crisis que aún enfrentan.
lvm