En 25 años de entrevistar atletas, aprendí que ellos nunca te preguntan nada. Roger Federer es la excepción. En la camioneta hacia su jet privado, me bombardea con preguntas como en dónde vivo y si tengo hijos. Cuando se entera que tengo gemelos (él tiene dos pares, unas gemelas y unos gemelos) y que mi madre, como la suya, es del norte de Johannesburgo, sonríe con gusto: “Podríamos ser hermanos”.
Esta mañana volamos en su avión de NetJets de Zurich a Madrid. Federer y yo nos sentamos frente a frente en suaves sillones de cuero beige. La auxiliar de vuelo despliega la mesa entre nosotros para comer.
A los 37 años, Federer ha estado en el circuito jugando un tenis hermoso durante 20 años. Los expertos comenzaron a predecir su retiro hace una década, pero ganó otra vez el Wimbledon en 2017 y el Abierto de Australia el año pasado. La semana pasada regresó a Wimbledon ubicado en la posición número tres del mundo, detrás de Novak Djokovic y Rafael Nadal. Busca su novena victoria, un récord.
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Quiero que dé una reseña de su vida y su carrera, pero la auxiliar de vuelo nos trae unos pequeños croissants y brochetas de frutas. Me preguntaba si Federer consumiría comida humana. A Djokovic le gusta la comida libre de gluten y cruda, cuando se digna a comer algo. Pero Federer unta la mermelada en su croissant.
“Realmente has tenido varias carreras. Tuviste tu ascenso; la supremacía sin un competidor, luego llegan los rivales”, le digo. Él interrumpe al decir: “Lo veo de la misma manera”.
Continúo: “Ahora luchas para volver a estar en la cima”. Aquí es donde se muestra modesto. “Realmente los buenos tiempos son ahora. Estoy en este tour, y puedo apreciar mejor estos momentos. No saber cuál es el final, tal vez también es agradable”, dice.
Entonces, ¿cómo resumiría su carrera? Él responde: “Se ha ido muy rápido. Siento que fue ayer cuando era un junior”. El chico burgués de Basilea dejó su casa a los 14 años para entrar a la Academia de Tenis. A los 15 años, se sentaba a practicar su autógrafo en los manteles de papel en los restaurantes en Francia. “En caso de que llegue a ser famoso. Pensaba: ‘espero que algún día pueda ganar torneos y estar entre la lista de los primeros 100’. Creo que a los 18 años entré a los primeros 100”.
A los 19 años, en los Juegos Olímpicos de Sydney, conoció a su futura esposa, Mirka Vavrinec, quien representaba a Suiza en tenis femenil. Meses después, finalmente ganó un torneo.
Se devoró todo, excepto su fruta. Al principio supongo que el desayuno ya terminó, pero la auxiliar de vuelo aparece con más pedidos.
“¿Podría pedir otro espresso?, pregunta Federer. Ella sugiere un omelette. “¿Por qué no?”, dice él. Yo estoy de acuerdo.
Una vez que dominó sus opciones de juego, ganó su primer torneo de Grand Slam en Wimbledon en 2003. En enero de 2004 sumó el Abierto de Australia. Entonces “tomé una decisión consciente: ‘me gustaría jugar por mucho tiempo’”.
“Podrías olvidarte de todo y decir ‘planeo jugar hasta los 30 años’, como todo el mundo hacía, pero siempre pensé que sería más divertido jugar de generación en generación. Cada cinco años tienes a alguien más. Mi generación, después Rafael (Nadal), Novak (Djokovic) y (Andy) Murray. Ahora ya está la siguiente. Quería tener esa experiencia”.
De 2004 a enero 2010 dominó el tenis masculino (excepto contra Nadal), ganó 15 torneos de Grand Slam. En 2009 nacieron sus gemelas. “Para mí, 2010 y 2011 son borrosos, debido a las niñas. Todo lo que recuerdo son los momentos con mi familia, no mis resultados. Me gusta que sea así”.
Pero mientras Federer cambiaba pañales, Nadal y Djokovic maduraron y comenzaron a derrotarlo en todas las superficies. El suizo no ganó ningún Grand Slam de 2013 hasta 2016.
Le pregunto: ¿Habría preferido la supremacía sin rival? Él responde: “Por supuesto, me habría encantado dominar por siempre. Cuando Rafael y otros empezaron a llegar, me costó un poco acostumbrarme”.
Dice sobre Rafael Nadal: “En algún momento te quitas el sombrero, eres muy bueno. Me alegro de darme cuenta de eso, no puedes estar solo en la cima. Necesitas rivales. Estoy agradecido con estos chicos (Nadal y Djokovic) por hacerme un mejor jugador de tenis”.
Federer y Nadal establecieron el tono de amabilidad en los vestidores. En la década de 1980, Jimmy Connors y John McEnroe a veces ni siquiera hablaban con sus rivales.
Para el momento que empezó el tour, las cosas habían mejorado. “Era un vestidor muy amigable, así que simplemente mantuve eso”.
En 2014 nacieron los otros gemelos de Federer. Sus compatriotas suizos le permiten ser un padre común. “Puedo ir a los parques infantiles con mis hijos”. Después de su operación de rodilla en 2016, muchos predijeron el retiro del tenista. Pero desde entonces ya sumó tres títulos más de Grand Slam.
¿Teme al vacío después? “Realmente no. Extrañaré a los tenistas, que son mi otra familia. Creo que eso es lo que será más difícil. Un día, cuando realmente te vayas de la cancha, te preguntas ¿con quién vas a seguir en contacto?”.
Le pregunto: ¿Quiénes son? Su respuesta inmediata es: “con Rafael”. Después de casi dos horas de conversación descendemos en Madrid. Federer afirma que disfruta las entrevistas. Le pregunto qué es lo que los periodistas todavía no entendemos sobre él. Que él es un bromista en privado, responde. En la pista, el hombre de NetJets nos toma una foto. Federer me rodea con un brazo y yo le pongo la mano en la espalda”.