Cualquier mexicano alzaría las cejas si observa a alguien poner mayonesa o catsup a su taco, pero si además le metiera papas a la francesa y queso de cabra o mozzarella, seguro se le caería la quijada de incredulidad.
Pues resulta que algunas cadenas europeas lograron expandirse con gran éxito en el sector de la comida rápida comercializando tal representación distorsionada del platillo original, engañando así a consumidores y sacando provecho económico a un patrimonio gastronómico ajeno protegido desde hace más de una década por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
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El llamado “taco francés” -como se conoce- nació hace unos 20 años. Un establecimiento de nombre Les tacos de Lyon presume que ellos lo inventaron en 1999 utilizando como base una tortilla de harina de trigo muy común de la cocina turca con la que se prepara el popular dúrum.
Pero la que llevó el concepto a otros países de Europa es la cadena de comida rápida O’Tacos. Dicha empresa fue fundada por el francés Patrick Pelonero junto con los hermanos Traoré sin haber viajado ni una vez a México.
A partir de 2018 un fondo de inversión belga, Kharis Capital, tomó el control de la codiciada empresa para potenciar su expansión internacional.
Y es que desde que el primer restaurante abrió en 2010 en Burdeos, la empresa rápidamente se posicionó con fuerza entre una clientela joven debido a sus bajos precios y a un intenso y efectivo manejo de las redes sociales que dio a la marca una imagen de modernidad.
Ese “taco” se convirtió en la versión francesa de la comida chatarra, al mismo tiempo que un alimento de identidad para los adolescentes del país, refiere la revista estadunidense New Yorker en un reportaje publicado el 19 de abril de 2021.
Pero no sólo de Francia. La cadena es actualmente una de las más pujantes del sector en Europa: cuenta con más de 300 establecimientos, principalmente en Francia y Bélgica, pero también en Alemania, Holanda, Luxemburgo, Italia o España, así como en Marruecos y Argelia. Entre ellos generan una cifra anual de ingresos superior a los 260 millones de euros, y la franquicia sigue en crecimiento.
Su éxito es tal que éste provocó un “efecto cascada”, y ahora hay muchos negocios pequeños de comida rápida que también ofrecen estos “tacos” en su menú, pero ya ni siquiera tratándolos de diferenciar de los originales mexicanos.
Así que los empresarios, generalmente paisanos, que hacen esfuerzos para vender auténticos tacos mexicanos -o lo más cercano a ellos, con tortilla de maíz e ingredientes tradicionales-, se ven afectados negativamente por este fenómeno.
“(Mis clientes) luego llegan a pedirme crema para los tacos de carnitas o salsa bearnesa (a base de mantequilla y yema de huevo)”, se quejaba en redes sociales la propietaria mexicana de un restaurante en Bélgica, mientras discutía con otros connacionales sobre el nuevo restaurante de “tacos”, El Chapo, instalado en la capital belga y que promete “el verdadero sabor de México”.
Y está el tema del precio. Un “taco” mediano de la cadena francesa, suficiente para saciar un apetito estándar, cuesta sólo cinco euros, el equivalente al precio de dos taquitos mexicanos en Bélgica, Alemania o Suecia.
Esta situación contraviene lo firmado por los países europeos. Desde 2010, la Unesco inscribió a la comida tradicional mexicana dentro de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Dentro de esta denominación se incluyen los platillos preparados con maíz, como el taco.
Y tanto México como los 27 países de la Unión Europea forman parte de una convención -que entró en vigor en 2006- en la que se comprometieron en su artículo 11 a “adoptar las medidas necesarias para garantizar la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (enlistado por la Unesco) presente dentro de sus territorios”.
Otro de sus artículos, el 14, estipula además que “cada Estado parte intentará por todos los medios oportunos (...) asegurar el reconocimiento, el respeto y la valorización del patrimonio cultural inmaterial en la sociedad”. Sin embargo, por el contrario, las autoridades europeas no sólo están incumpliendo esas garantías, sino que además están facilitando el auge de un taco falso otorgando permisos para su expansión.
Consultados, algunos taqueros se preguntan si las autoridades mexicanas no podrían hacer algo a nivel legal o diplomático. La mencionada convención, por ejemplo, señala que es posible decretar “medidas urgentes de salvaguardia” para proteger un bien cultural en peligro. Pero esa acción tendría que ser solicitada por México.
Selene Ruiz, cocinera del Taco Mobil, un food truck que circula en Bruselas desde 2014, opina que no se conseguiría nada jugando al “policía del taco”. Lo mejor, dice, sería que las embajadas de México en Europa apoyaran a los emprendimientos culinarios con eventos públicos, muestras de gastronomía y campañas de comunicación que ayuden a conocer y valorar la verdadera cocina nacional.
“En lugar de pelear, hay que difundir lo que sí es un taco mexicano”, concluye.
AMP