De acuerdo con el estudio “Tendencia de la precariedad laboral de la población joven en el Estado de México”, de Cinthia Márquez Moranchel, profesora de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 3 de cada 10 jóvenes entre 15 y 29 años que trabajan como asalariados o subordinados perciben menos de un salario mínimo como ingreso mensual.
Asimismo, más de la mitad de los jóvenes se encuentran en el mercado informal, sin prestaciones, seguridad social o incluso sin la garantía de permanecer en su empleo de manera definitiva; condición que se ha agravado en los últimos dos años por el incremento en el número de personas que buscan un empleo.
Experiencia y competencia
El estudio detalla que en el territorio mexiquense hay 1.7 millones de jóvenes asalariados, de los cuales 53 por ciento están “contratados” en la informalidad y, de estos, 80 por ciento lo hacen dentro de una pequeña y mediana empresa (pyme).
Los principales motivos para que sus condiciones laborales estén fuera de la legalidad es su falta de experiencia, la amplia competencia del mercado y las condiciones económicas que privan a nivel nacional.
Demanda y bajos salarios
“En 2022 ganaban menos de un salario mínimo 32.8 por ciento de los jóvenes, lo que quiere decir que alrededor de 3 de cada 10 jóvenes asalariados en el Estado de México perciben menos de lo legal, este alto porcentaje se asocia con el alto número de jóvenes que trabajan en el sector informal”.
El estudio también destaca que después del momento más crítico de la pandemia de covid-19, hacia 2021, las personas que habían aplazado su búsqueda de empleo, la retomaron y esto provocó presión en el mercado laboral.
Se abarata el mercado
“Esta situación generó que haya más buscadores que puestos disponibles, lo que a su vez abarata el mercado. Las condiciones insuficientes que llegan a ofertarse provocan que, durante los primeros años de vida productiva, los jóvenes cambien en varias ocasiones de empleo”.
Ante ese escenario es necesario hacer un análisis de las condiciones estructurales que han afectado el desarrollo de la juventud en la vida laboral, así como de la eficiencia de los programas de incorporación como “Jóvenes construyendo el futuro”, pues si bien trazan un buen escenario, no hay garantía de que entren a un centro laboral.
El problema de fondo, reiteran, es que más de la mitad de los jóvenes se encuentran en el mercado informal, sin prestaciones, seguridad social o incluso sin la garantía de permanecer en su empleo de manera definitiva; condición que se ha agravado por el incremento en el número de personas que buscan un empleo.
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