Le negaron un empleo por su edad; Gerardo tomó un taxi

“Tenía que sacar adelante a mi familia (...) nos hemos esforzado como papás y ellos como hijos, le estoy sirviendo a la nación en formar gente y no es justo que el gobierno nos haga esto”.

Desde hace cinco años Gerardo Arroyo maneja un taxi para mantener económicamente a su familia. (Francisco Villeda)
Francisco Villeda
Tula /

Gerardo Arroyo Pagaza, de 62 años de edad, es taxista desde hace cinco años luego de que empresas del parque industrial de Atitalaquia se negaran a contratarlo pese a su experiencia como auxiliar de contador.

Este lunes junto con taxistas de la región de Tula protestó en la carretera Jorobas-Tula, a la altura de El Llano, para solicitar al gobierno que claudique en la implementación del programa Taxi Contigo, mediante el cual se pretende modernizar el servicio público de pasajeros a través de una aplicación y taxímetro.


Él está indignado por la medida del gobierno estatal, pues señala que como gremio han resistido el embate de la pandemia de covid-19, y acusa que lejos de recibir el apoyo gubernamental para enfrentar esta crisis económica, hoy la administración de Omar Fayad Meneses, les pretende agravar la carga económica que ya traen a cuesta.

El hombre alto, robusto, tez morena, con un bigote cano con pequeños destellos rubios, pide, clama, “al gobierno del estado que reconsidere su posición; no nos oponemos a pagar impuestos, pero razonables, no en la manera en cómo lo quieren manejar y hacer un monopolio con el esfuerzo de otros, le pido al gobernador que tome conciencia de lo que está haciendo y recapacite lo que nos está haciendo”.

El programa sólo representa más gastos para los transportistas, dice. ”La aplicación apenas va a salir; tenemos que comprar un teléfono móvil que cuesta 4 mil pesos, aparte vamos a pagar 430 pesos que es por la aplicación que nos va a rentar el gobierno mensualmente; la aplicación tiene que estar instalado en nuestro carro, y por cada kilómetro o viaje que hagamos nos quiere cobrar el 10 por ciento, dedúzcanle todo eso y qué nos queda”.


Migró a Hidalgo por la educación de su hija

Desde hace un lustro tomó el volante, dice, y cuenta que ya no le quisieron dar trabajo, “por mi edad; yo soy auxiliar de contador, fui a demasiadas empresas y me dijeron que mi edad ya no me permitía desempeñarme, aunque tengo mucha experiencia no les importo, sólo les importó mi edad”.

Ahora, dice, “soy feliz como taxista porque gracias a dios y con la frente en alto me gano mi sustento para mi familia”. A lo largo de su vida desempeñó diversos trabajos en varias empresas en el estado de México, pero hace poco llegó a Hidalgo “por cuestiones educativas de una hija hace como ocho años; considere que con base en mi experiencia iba a conseguir un trabajo aquí y me lo negaron; todas las empresas me dijeron que estaban contratando hasta 40 años, y yo rebasaba edad”.

Prosigue: “Tenía que sacar adelante a mi familia y alguien me ofreció un taxi para manejar, a mucha honra y me siento muy orgulloso de eso; no voy a decir que diario saco para la carne, pero de vez en cuando sí la como porque frijolitos no faltan en la mesa”.

Su esposa y él tienen cuatro hijos: “un ingeniero, una arquitecta, una licenciada, y primeramente dios una médica que está haciendo ahorita su residencia, nos hemos esforzado como papás y ellos como hijos, le estoy sirviendo a la nación en formar gente y no es justo que el gobierno nos haga esto”.

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