* MARÍA DE JESÚS ESPIRICUETA
Es considerado un ícono de la cultura emprendedora y de negocios, hombre de fuertes convicciones, pero a la vez discreto, modesto y afable, Eugenio Garza Lagüera nació el 18 de diciembre de 1923, hijo de Eugenio Garza Sada y Consuelo Lagüera Zambrano.
Fue el mayor de los ocho hijos de la familia, la cual estaba compuesta por sus hermanos Alejandro, Alicia, Gabriel, David, Marcelo, Consuelo y Manuel.
Desde niño fue responsable e intelectualmente sobresaliente; se distinguió por su carácter bondadoso, altruista y orientado siempre al liderazgo, cualidad que aprendió de su padre, quien se caracterizó por su gran preocupación por la comunidad, así como por su calidad humana
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Sus estudios de primaria los realizó en el colegio Franco Mexicano, donde era muy querido por sus compañeros, muchos de los cuales, con el paso del tiempo lo recordaban como un joven emprendedor, tenaz y dedicado.
Garza Lagüera cursó el resto de su educación en el Instituto Potosino, hasta que se mudó a Estados Unidos para ingresar a la carrera de Ingeniería Química en la Universidad de Texas. Prosiguió con Administración de Empresas en el Tecnológico de Monterrey, y fue parte de la primera generación de esta institución, que su padre fundó en 1943.
Siendo muy joven, en 1947, entró a trabajar como químico en el Departamento de Investigación de Cervecería Cuauhtémoc, uno de los negocios familiares. Ahí comenzó como laboratorista, quién diría que 16 años después sería la cabeza del negocio.
De pocas palabras, pero directas, fue un constante impulsor del espíritu emprendedor y de la libre empresa. Valores como la honradez, el respeto, la sencillez, el optimismo, la valentía y la fuerza de voluntad, eran característicos de Garza Lagüera, y con ellos vivió hasta el último de sus días, gracias a lo cual se convirtió en un ejemplo para quienes trabajaron junto a él.
En 1957 Eugenio Garza Lagüera se casó con Eva Gonda Rivera y desde la fecha de su boda la pareja nunca se separó; era común verlos juntos en fiestas, recepciones, viajes, eventos empresariales y demás acontecimientos sociales.
La pareja tuvo cinco hijas: Eva, Bárbara, Daniela, Mariana y Paulina, y hasta su deceso fue el feliz abuelo de 12 nietos.
El respeto que se ganó a través de los años fue gracias a su talento creador, su capacidad para generar valor aún ante la adversidad, su férrea voluntad, así como sus incomparables liderazgo y sencillez, los cuales están plasmados en su labor empresarial, social y humanista, a través de grandes obras.
“Nos dejó mucho de su trabajo y sus enseñanzas. Su legado para nosotros es haber llevado al Tec de Monterrey a toda la República”,
Rafael Rangel Sostmann. Exrector del Tec de Monterrey
Su vida empresarial
Don Eugenio, como le llamaban, dejó un legado muy importante a la sociedad, el cual se centró en el impulso a la educación en México y América Latina, mediante la expansión del Tecnológico de Monterrey.
Durante los 24 años que fungió como presidente del Consejo, la institución educativa pasó de un solo campus y 13,819 estudiantes en 1973, a 32 centros con más de 95,000 alumnos. En octubre de 1973 fue designado presidente de la asociación civil Enseñanza y Educación Superior.
Como parte de su actividad filantrópica, en 1985 creó, junto con otros empresarios mexicanos la Fundación Mexicana para la Salud, institución privada que identifica problemas de salud en México para generar modelos de solución mediante propuestas de política pública.
Garza Lagüera fue un empresario al que le gustaba compartir conocimientos. Entre las anécdotas que cuentan quienes convivieron con él, está la del industrial tapatío Arturo Márquez, quien señala que 10 años después de que terminaran sus cursos de posgrado en el Tecnológico de Monterrey, se reunieron para celebrarlo. Ahí Don Eugenio les dijo que no esperaran una década para volverse a ver, que mantuvieran un contacto permanente para compartir experiencias y enriquecerse unos a otros. “A México le hacen falta familias de conocimiento”, les dijo.
Don Eugenio Garza Lagüera falleció el 24 de mayo de 2008, a los 84 años.
A sus funerales asistieron industriales, empresarios y políticos, quienes reconocieron su trabajo y dedicación, así como su gran calidad humana.
Fuentes: Milenio, FEMSA, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey