El año pasado 24 mujeres se unieron por primera ocasión a la lista de multimillonarios de Forbes, entre ellos estaba Yoshiko Shinohara, la primera emprendedora japonesa en aparecer en el listado.
Su ingreso al listado no fue cosa de suerte, y el logro destaca aún más en un ranking de 2 mil 43 participantes, de los cuales sólo 227 eran mujeres. En 2017 además, de los 195 debutantes en el ranking, 60 por ciento provenían del continente asiático.
La historia como empresaria de la mujer que nació en Prefectura de Kanagawa y cuya fortuna asciende a los mil millones de dólares, de acuerdo con Forbes inició en 1973, en la sala de su hogar.
"La importancia de que las mujeres puedan trabajar tan bien como criar hijos me dejó una impresión indeleble", exponía Shinohara.
A los 20 años la multimillonaria número 43 del país asiático contrajo nupcias, pero seis meses después y pese a la oposición de su madre y su hermano, decidió separarse.
Fue entonces que la japonesa, de ahora 83 años, decidió comenzar a trabajar como secretaria, empleo que mantuvo hasta que al recibir la herencia que le dejó su padre (quien murió cuando ella tenía seis años), salió de su país para estudiar por cinco años en Europa.
Tras vivir un periodo en Australia y luego de vivir problemas de acoso y discriminación, Yoshiko decidió volver a Japón e involucrarse en el mundo de los negocios, para lo cual hizo uso del espacio que tenía en casa para comenzar a gestar la mayor compañía de trabajo temporal en su país.
A los 38 años en la sala de su hogar, ubicado en Tokio, y con 3 mil euros en sus bolsillos, Yoshiko Shinohara decidió fundar Tempstaff, una empresa de trabajo temporal con la cual tuvo que enfrentarse ante el Ministerio de Trabajo de Japón, quien en 1973 no admitía dicha forma de colaboración.
Para la siguiente década su negocio comenzaba a estabilizarse, pero no fue hasta los 90, cuando las compañías japonesas comenzaron a tener crisis económicas que afectaron de forma negativa a las garantías de empleo de por vida, que su negocio despuntó.
“El empleo de por vida era la norma en Japón, y la elección de empresas privadas estaba prohibida por ley, por lo que el ministerio me llamaba con frecuencia", relataba.
Llegó incluso a comentar que pasaba tiempo pensando en cómo sería la cárcel y sus características; pero eventualmente el rumbo de la gestión laboral cambió y el empleo temporal se volvió legal.
La famosa década perdida de Japón no resultó serlo para Yoshiko. A principios de los 90 el crecimiento anual del país pasó de situarse en 10 por ciento a tener alzas menores a 1 por ciento, un fenómeno que terminó por afectar el desarrollo laboral, pero que la emprendedora optó por ver como una oportunidad de crecimiento.
“La sociedad estaba dominada por hombres, la mayoría de las mujeres trabajaban en puestos de asistente, y había pocas oportunidades de participar activamente; fue entonces cuando pensé que ampliaría los lugares de trabajo donde las mujeres podrían aplicar sus habilidades, así que lancé TempStaff”, dijo en 2009 para el Harvard Business Review.
Su empresa tenía una meta, enfocarse principalmente en jóvenes para que practicaran en oficios como enfermería, cuidado personal, entre otros. Sin embargo, el objetivo nunca fue convertirse en millonaria, sino crear una marca “con un negocio necesario en el mundo”, afirmaba.
Para 2016 Tempstaff tenía ingresos por cerca de 5 mil 200 millones de dólares y contaba con la participación de 5 mil empleados, además de tener oficinas operativas en 12 países.
Actualmente la japonesa aún conserva 11 por ciento de las acciones de la compañía que fundó, aunque en abril de 2016 decidió dejar la presidencia de la misma; sin embargo, se ha vuelto un referente en la historia del empredurismo en su país natal.
CPR