El semáforo de la avenida Guerrero se pone en rojo, poca gente cruza la calle aunque una madre con sus hijos se desvía y regresa a una de las reconocidas zapaterías que se ubican en la avenida Guerrero.
A la entrada de ésta, una joven toma la temperatura, además de colocar gel antibacterial en las manos de los posibles clientes que entran para recorrer la tienda, no sin antes pasar por el tapete desinfectante.
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Janeth Ledezma León, quien es parte del equipo operativo de la tienda, observa que ninguno de los clientes baje su cubrebocas, “sino tendremos que invitarles a que lo usen correctamente, porque la gente es necia, no entiende que podría afectar a otros y a las personas que trabajamos aquí”, dice.
Y es que para esta joven, que cumplirá cuatro años trabajando para esta zapatería proveniente de León, Guanajuato, es de suma importancia que se lleven a cabo las medidas sanitarias, no sólo por la advertencia que hizo el gobierno municipal de tolerancia cero a los que incumplan las medidas, sino porque ella debe estar sana para seguir trabajando ya que debe llevar el sustento a casa, en donde la espera su hijo de seis años de edad.
“Viví momentos de angustia cuando cerraron todo y pensamos que iban a recortar gente, pero afortunadamente no fue así”, explica detrás de su careta y cubrebocas que no retira en todo el día, como parte de las medidas sanitarias que deben seguir dentro del trabajo.
“A pesar de que ya llevamos algunos días de reapertura, la venta ha estado bastante tranquila y de hecho hemos vendido poco, aunque creíamos que íbamos a vender más, pero entendemos que es final de quincena y no se ve tanta gente en la calle, por lo que creemos que las ventas seguirán bajas en estos días”, justifica la joven.
Fue el pasado lunes, 8 de febrero, cuando el gobierno del estado de Hidalgo anunció la reapertura de negocios con el fin de fortalecer la economía, aunque una de las peticiones que recibieron empresarios y pequeños comerciantes fue que se tendrían que llevar en tiempo y forma las medidas sanitarias en cada uno de los establecimientos.
“Pero es muy complicado, porque la gente es necia y nos ha costado bastante, por lo que tenemos a una persona exclusivamente en la entrada para que cheque que se cumplan las medidas, que esté pendiente en tomar la temperatura, se les proporciona el gel antibacterial y solicitamos que pasen por el tapete desinfectante.
“Así también, se les pide de forma amable a quienes entran al establecimiento que coloquen correctamente el cubrebocas, además de que no se sienten en los lugares que están restringidos, pero sí es complicado, porque la gente muchas veces no hace caso”, relata.
Y a pesar de que es una situación que viven de forma cotidiana, llevan a cabo esta tarea con lupa porque no desean que vuelvan a cerrar los negocios, “porque sí hay angustia y, aunque la empresa no recortó personal ni nos disminuyó el salario, pues no se pudo contratar más gente para finales de año, que se suponía que sería la época alta, pero no fue así.
“Tenemos el mínimo de compañeros, porque lo mismo que no hay ventas, así que debemos cuidar que se lleven a cabo todas las medidas sanitarias aunque la gente a veces no quiera aportar”, dice.
Después de la primera venta de un par de tenis para niño, Janet sonríe y vuelve a su lugar de trabajo, “porque me gusta mucho lo que hago, me siento feliz y me siento segura de que no debo temer por buscar otro trabajo, porque aquí nos hacen sentir así.
“Es por ello que invitamos a las personas que consuman local, que no compre en tiendas trasnacionales porque aquí ofrecemos productos buenos, económicos y son cien por ciento nacionales”, concluye, no sin antes colocarse un poco de gel antibacterial en sus manos para continuar con su jornada de trabajo.