Cae venta de figuras para el nacimiento

En el mercado que se ubica en el centro de Zempoala, se ubica un puesto de estos productos que aún son fabricados a mano

Vendedores de figuras y nacimientos reportan ventas bajas. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Zempoala /

Entre el ir y venir de la gente, Agustina Escorcia Martínez se limpia el sudor de la frente, para después continuar colocando trozos de musgo sobre un pedazo de papel periódico en el que refresca a la planta rociándola con agua, para después enrollarla junto al papel y venderla en 10 pesos el rollo.

Un montón de heno también tiene junto a ella, mismo que salpica con gotas de agua para que se mantenga hidratado, y así, entre cumbias y gritos de oferta de ropa o alimentos que se extienden por el pasillo principal del tianguis que se ubica en el centro municipal de Zempoala, Agustina sabe que es un año difícil y que las ventas no han sido suficientes para solventar los gastos en casa.

Agustina Escorcia Martínez, vendedora. (Elizabeth Hernández)

“Se vende muy poco, cada año menos, casi estamos a un 50 por ciento de ventas y no vemos que mejore, menos ahora con pandemia”, dice, mientras ofrece el precio a cada persona que alza una figura de barro de su puesto.

“Ese cuesta 25, pero no se le despinta, marchanta”, expresa, mientras la clienta lo revisa detenidamente y lo coloca en su lugar.

Así, gallos, guajolotes, borregos, burros, ranas, vacas, cerdos y demás figuras están formadas una a una, esperando ser parte del tradicional nacimiento que aún se coloca en algunos hogares de Zempoala, así como de Acaxochitlán, de donde es originaria Agustina y su familia.

“Cada año venimos a Zempoala a vender nuestros productos, lo hemos hecho por 15 años y es la primera vez que no se venden, no como quisiéramos, pero le echamos ganas, no nos queda de otra”, explica, mientras sigue roseando agua al musgo y al heno.

La gente se para a buscar una figura especial, se detiene, lo ve a detalle y lo deja en su lugar, “y así pasan las horas y la gente hace lo mismo, no se los llevan, pero estaremos aquí hasta que nos permitan vender en el municipio”.

La madre de Agustina es callada, su delgada figura se mueve por todo el puesto, y da precios de productos para después volverse a sentar y ayudarle a rocear la planta que es lo que más se ha vendido en la temporada.

“Esto es lo que más hemos vendido, pero el problema es que en esta temporada tampoco hubo mucho musgo y tampoco heno, trajimos poco porque no hubo más”, dice, mientras vuelve a limpiar el sudor de su frente, causado por el calor que se acumula bajo la lona azul que han colocado para cubrirse del sol.

Este año, dice, la acompañaron su mamá, dos de sus hermanas y una sobrina, quienes van de un lado al otro para mostrar los productos, ofrecer precios y hasta rebajar el costo para animar a la clientela a la compra.

“Cada año compro un par de animalitos para mi nacimiento que coloco en esta época, y quería llevarme unos cinco, pero este año es más complicada la situación y estoy viendo cuál llevarme, sólo uno será parte de la colección”, indica Laura García, quien asegura que es una tradición familiar colocar la representación del nacimiento del Niño Jesús en su hogar.

Y así, van y vienen las personas, se paran a observar, toman una figura, la miran minuciosamente y, en la mayoría de veces, lo dejan en su lugar, “y pues estas ventas nos permiten sacar los gastos, no quedará para el ahorro, solo para lo que salga en estos días, porque sí, la venta ha caído y nuestro ánimo por concluir este 2020 con más ingresos también, pero aquí seguimos trabajando”, dice Agustina, mientras continúa refrescando el musgo y el heno, y persiste en la limpieza del sudor de su frente.

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