Por: Víctor Alí Mancilla Gaytán
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
La propuesta de Oparin fue publicada en 1924, pero su obra fue traducida al inglés en 1938, por lo que Haldane no era consciente del trabajo de su contemporáneo y publicó ideas muy similares en 1929. Fue hasta 1953 que el bioquímico estadunidense Stanley Miller aportó las primeras pruebas experimentales que le dieron sustento. Sus resultados mostraron que casi cualquier fuente de energía (rayos, radiación ultravioleta o calor) puede convertir a las moléculas simples en una variedad de compuestos orgánicos complejos, como aminoácidos o unidades constitutivas de ADN y ARN. Sin embargo, demostró que estos compuestos no se formarían en los mares abiertos como Oparin propuso en un inicio, sino que este proceso ocurriría en microambientes protegidos, con condiciones particulares y favorables. La mayoría de las y los bioquímicos coinciden en que, debido a la disponibilidad de moléculas precursoras y fuentes de energía existentes en la Tierra joven, las reacciones químicas productoras de aminoácidos y otras moléculas orgánicas fueron inevitables.