Ba’athismo a la mexicana

En parte de Medio Oriente, el ba’athismo fue —y en menor medida sigue siendo— uno de los múltiples lastres de la inmovilidad, con su animosidad al pasado identitario, dúctil a razón de conveniencia.

¿Cuánta arrogancia cabe en las doctrinas como para negar este último riesgo? | Patricio Betteo
Nexos
Ciudad de México /

Por: Maruan Soto Antaki

Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos

Una ideología surgida del identitarismo cultural y la anulación política de la pluralidad, en aras de un supuesto resurgimiento nacional. La partición de la historia para fundarla y reescribirla desde un nuevo proyecto que tomaba con exceso los elementos de la historia para ajustarlos a su discurso, convirtiéndolos en herencia viva del día con día. El partido Ba’ath, constituido a final de la década de los cuarenta sobre una interpretación de la ideología panárabe socialislámica, fue en términos de gobierno la evolución natural al fracaso del proyecto panárabe con su dosis de buenas intenciones, fomento a la ingenuidad y vocación autoritaria. Un proyecto visto a sí mismo como la resistencia a las injerencias externas, donde la fuerza residía en la oposición a lo ajeno, ofrecida como cooperación entre naciones árabes. La identidad cultural por encima de todo, incluso sobre los matices culturales al interior; producto y condena de una dependencia religiosa.

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