Por Eduardo García Mondragón
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
Con un -81 %, según el “cálculo”, no debo malgastar mi “energía” ya que mi biorritmo físico sigue descendiendo. En unos días, según esto, realizaré “el aterrizaje en el fondo y empezará la remontada”. Mi biorritmo emocional con 90 %, también bajando, me dice que tengo que iniciar a afrontar los problemas con cautela, pues “la prudencia sigue siendo un buen remedio”. El intelectual, con -99 % pero subiendo, comienza el ascenso desde el final de la fase negativa. Debo pensar con optimismo, pues empiezo a “ver más claro cada día”, según mi biorritmo de hoy. De acuerdo a esta idea de los biorritmos, nuestra vida cotidiana está influenciada principalmente por tres ciclos con periodos de 23, 28 y 33 días. Cada uno afecta diferentes aspectos: el físico, emocional e intelectual, respectivamente. Comienzan al nacer cuando los ritmos están en cero y oscilan de manera constante (en forma de onda senoidal) a lo largo de toda la vida. Una línea horizontal, justo a la mitad, indica el punto cero marcando las fases positivas y negativas de estas ondas cíclicas dependiendo de si están por debajo o encima. Un ciclo comienza en un ascenso durante el primer cuarto de un ciclo; luego, la mitad del ciclo está en descenso y el último cuarto del ciclo asciende de regreso a la línea cero. Esto marca, supuestamente, nuestros días altos y bajos en cada categoría.