Chico Franco y Nicolás Zapata

El corazón del proyecto zapatista de la Revolución fue una apuesta en pro del municipalismo, con la lucha por la tierra como uno de sus componentes.

El zapatismo se apoyó directamente en la historia para forjar sus reclamos y darle una dirección legítima a sus causas.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Emilio Kourí

Ilustración: Ricardo Figueroa

Acerca de estos ideales zapatistas hay dos malentendidos comunes, que son más bien distorsiones de su significado concreto. El primero tiene que ver con una confusión entre autonomía y autarquía. “Autarquía” es poder absoluto o autosuficiencia, mientras que “autonomía” se refiere simplemente a potestades particulares de autogobierno, que por definición son limitadas y no excluyen la existencia de otros poderes superiores de carácter extralocal. El movimiento zapatista pugnó por la autonomía municipal, no por la autarquía. Si bien su retórica tuvo en algunos momentos ciertos aires confederalistas, el motivo era recalcar la importancia de definir y respetar la amplitud de las atribuciones municipales, hasta entonces muy mermadas; en la práctica política, el zapatismo siempre reconoció la necesidad de contar con una estructura institucional superior, tanto judicial como administrativa. No podía ser de otro modo, incluso en tiempos de guerra, y el Cuartel General se encargaría de darle un orden provisional a todas esas funciones.

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