Por Carlos Moreno y Laura Flamand
Ilustración de Víctor Solís, cortesía de Nexos.
En las últimas décadas, México ha logrado avances notables en indicadores sanitarios básicos y un aumento considerable en la esperanza de vida (de 61 años en 1970 a casi 75 en 2014); sin embargo, las mejoras no han beneficiado a todas las personas en la misma proporción. El país ha transitado, en general, de un perfil de enfermedades características de países de ingresos bajos a otro más propio de países ricos, pero la evolución es heterogénea. Las regiones más pobres de México presentan tasas más elevadas de enfermedades infecto-contagiosas y desnutrición, mientras las entidades con abundantes ingresos experimentan más padecimientos asociados a diabetes o a tumores malignos.