Contra la sinceridad

El poema es el proceso que cambia la experiencia: la realza, la destila, la fija en la memoria. Nada de eso es sinceridad.

Si acaso, una autenticidad insincera. La verdad de la página no necesita haber sido vivida.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Jesús Silva-Herzog Márquez

Ilustración: José María Martínez, cortesía de Nexos

La clave que ofrece el poema es, quizá, engañosa para describir la intervención poética. ¿Un dispositivo que escucha? ¿Una roca? ¿Es deveras una piedra inanimada que escucha al mundo? ¿Una tabla que sirve de oreja? El sufrimiento, ha dicho, es apenas la mitad de la metáfora. Por eso denuncia la sinceridad como el atajo que la poesía no debe tomar. La palabra sincera puede ser un alivio, pero no es un descubrimiento. El discurso honesto puede ser transcripción fiel del impulso, pero no implica la transformación artística de la experiencia. El arte no es huella digital, dice en su ensayo contra la sinceridad. Entre lo sucedido y lo escrito ha de brotar la poesía.

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