Por: Alejandra Armesto
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Existen dos perspectivas acerca del comportamiento de los partidos en el gobierno que dan cuenta del gasto público. Una entiende que las decisiones de los partidos reflejan su orientación ideológica y la otra se enfoca en los factores estratégicos. Desde la perspectiva que enfatiza la ideología, los partidos en el gobierno aspiran a responder a las preferencias programáticas de sus votantes con respecto fundamentalmente —aunque no exclusivamente— a la redistribución del ingreso.1 El gasto público se explica por las diferencias programáticas entre los partidos. Los estudios en países desarrollados y en vías de desarrollo han mostrado que partidos con diferentes orientaciones ideológicas se distinguen por los temas que enfatizan en las campañas electorales, y cuando llegan al gobierno, por el tamaño del presupuesto público y la composición del gasto —unos priorizando el gasto en bienestar social y otros el gasto militar o en seguridad. La perspectiva estratégica destaca que los partidos no sólo buscan implementar un programa sino maximizar su rédito electoral. Una mayor competencia política empuja a los partidos hacia el centro ideológico en el diseño de las políticas públicas con la finalidad de conquistar más votantes y una mayor ventaja electoral los inclina a impulsar políticas más congruentes con su identidad ideológica.