Por: Irlanda Martínez y Monika Meireles
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Enfrentar efectivamente a un problema social tan complejo no pasa por fórmulas únicas o soluciones inmediatas. Por ejemplo, en los espacios de educación superior apenas comienza a formarse una cultura de inclusión basada en el respeto, la visibilidad y la aceptación, ya que la experiencia general apunta a que han sido instituciones que han tolerado y reproducido conductas discriminatorias, apelando a una conducta socialmente inaceptable por parte de las personas LGBTTTIQ+. Por tanto, se vuelve urgente transversalizar una política de respeto e igualdad entre las múltiples identidades, corporalidades y subjetividades que convergen en espacios públicos. Si no hay fuerza social que empuje al fortalecimiento de un conjunto de políticas públicas diseñadas especialmente para atender y erradicar la violencia homofóbica y transfóbica, veremos cómo inevitablemente las preocupantes cifras que hemos presentado se inflarán aún más en el tiempo.