Cuando el acoso no es sexual (pero sí es sexista)

El acoso contra las mujeres suele concebirse como inherentemente sexual. Esta noción ha dejado de lado al resto de las expresiones de sexismo y discriminación de todos los espacios laborales e institucionales.

El acoso contra las mujeres suele concebirse como inherentemente sexual.
Nexos
Ciudad de México /

Por Sofía Mosqueda

Ilustración de Estelí Meza, cortesía de Nexos

Sobre todo cuando hablamos de acoso laboral contra las mujeres, la conversación se dirige hacia hombres en posiciones de poder que usan ese poder para expresarse sexualmente hacia las mujeres subordinadas a ellos. Vicky Schultz llama a esto el paradigma del deseo-dominación, en donde el acoso se limita a un ejercicio vertical de hombres hacia mujeres con connotaciones sexuales, producto del deseo sexual. Sin embargo, este paradigma excluye de la explicación el espacio laboral y las condiciones de trabajo; es decir, las jerarquías laborales se consideran una herramienta para satisfacer la urgencia de dominar sexualmente a las mujeres y no un factor estructural que explique el acoso en si mismo.

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