Por: José Ignacio Lanzagorta García
Ilustración: Izak Peón, cortesía de Nexos
Dice Michel de Certeau que el andar es una práctica en el tiempo, no en el espacio. Así como hablamos, caminamos; por tanto, las reglas de la retórica podrían imponerse al relato que hacemos de nuestros pasos. Lo que hace que unas coordenadas cualesquiera sobre las que apenas andamos dejen el terreno del tiempo y se conviertan en espacio, es la ensoñación que hacemos de ellas. Es decir, en la suma de recuerdos de nuestros pasos cotidianos, seccionamos el espacio llenándolo de sinécdoques y asíndetones: puntos que nos importaron y otros que nos fueron irrelevantes, tomamos partes significativas de lo que percibimos en el paseo y las convertimos en el todo de nuestra experiencia.