Por: Sofía Mosqueda
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
El cuidado como función y como propósito inherente al sexo, cuando en realidad es simplemente un mecanismo del Estado para relegar su responsabilidad de procurar y garantizar el bienestar de las personas, para remitir a lo individual lo que podría —y debería— ser colectivo. Y es ahí, es precisamente en el cuidado —de nosotras, de los nuestros, de los demás— en donde habremos de germinar los mecanismos de resistencia que nos permitan salir delante de las crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es, otra vez, en los recursos que las mujeres tenemos que ofrecer donde yo identifico y coloco mi política y mi esperanza. No pasó mucho tiempo desde que descubrí mi conexión con las plantas y acepté mi aversión emocional e ideológica al desempeño de la función pública; renuncié a mi trabajo en el gobierno federal y emprendí un proyecto temporal de trabajar como jardinera. En la jardinería descubrí, muy parecido a lo que había descubierto en las plantas de maceta, un sentido en mi labor.