Por: Lorena Ruano
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
El argumento principal de la iniciativa de ley para desaparecer los fideicomisos es que son opacos. Como ya se ha dicho hasta el cansancio, la figura de los fideicomisos no es opaca en sí. Al contrario, gracias a una serie de reformas en los últimos años, son mecanismos que permiten vigilar mejor el uso de los recursos porque tienen reglas de operación estrictas y son auditables por la Secretaría de la Función Pública y por la Auditoría Superior de la Federación. Cada uno de estos fideicomisos tiene un comité técnico encargado de supervisar que los fondos se gasten en lo que estaba previsto. Por obligación de transparencia, los reportes de estos comités son publicados cada tres o seis meses. Así que mucha de la opacidad no tiene que ver con la figura del fideicomiso, sino que depende de qué entidades los operan. Siempre pueden mejorarse los mecanismos de vigilancia y supervisión, incluso de los más pulcros. Eso es lo que debería de hacerse en los casos que hayan presentado malos manejos. Fundar presentó un informe con sugerencias en ese sentido. Esta puede ser una oportunidad para mejorar su operación.