Por: Gabriel Negretto
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Tenemos suficiente evidencia acumulada para saber que en el largo plazo una democracia no puede sostenerse, al menos no de manera estable, si el acceso competitivo al poder no va a acompañado de avances hacia una mayor igualdad social, política y legal, y de la presencia constante de alternativas políticas para canalizar las demandas ciudadanas. La ausencia de estos componentes en muchas democracias latinoamericanas es clave para entender tanto los fenómenos frecuentes de disidencia social en la región como las protestas populares que recientemente han afectado a dos países con trayectorias históricas disímiles, como son Ecuador y Chile.