Por: Gian Carlo Delgado Ramos
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
En contraste con el ámbito rural, la vida urbana supone el acceso a mejores empleos, servicios públicos, educación y cultura; sin embargo, a estas ventajas y oportunidades no acceden todas las personas por igual. Esto es especialmente cierto en los países donde se advierten altos índices de pobreza, inseguridad, hacinamiento y acceso limitado a servicios básicos de calidad. Tales desigualdades no sólo se expresan hacia adentro de cada ciudad, sino también entre unas ciudades y otras, lo cual se ha acrecentado como parte de una enérgica competencia neoliberal que busca atraer mayores flujos de capital. Esto último se ha traducido en un intenso proceso de branding y marketing de las ciudades que tiende a ocultar las desigualdades que ésas encarnan para, en cambio, visibilizar las oportunidades de negocios que derivan de su carácter “moderno” y “globalizado”.