Por: Paulina Madero Suárez
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
La cadena de suministro de la industria de la moda es compleja: está muy fragmentada y hay un alto nivel de tercerización en la contratación de las personas trabajadoras. Esto quiere decir, que las grandes empresas contratan a otras compañías para maquilar sus productos y, estas últimas a su vez subcontratan a pequeñas y micro maquiladoras. Como consecuencia, se complica identificar cuáles son las empresas empleadoras que tienen obligaciones con las personas trabajadoras, lo cual lleva a una precariedad laboral en la que no se reconocen los derechos laborales básicos como contar con un contrato o tener seguridad social. El 57 % de la población empleada en la industria no tiene salario fijo, contrato o seguridad social.. Ahora bien, esta situación tiene un impacto diferente en las mujeres mexicanas y sus derechos humanos. De los datos oficiales (en los que muchas veces no se consideran las cifras del mercado laboral informal) se observa que la industria de la moda emplea en su mayoría a mujeres. De cada 100 personas ocupadas 54 son mujeres. Además, el sector se distingue por la presencia de condiciones de trabajo inseguras, inestables y de desigualdad.