Ilustración: Patricio Betteo
Joaquín Archivaldo Guzmán llega de lunes a jueves hasta la corte en Brooklyn en un convoy con seguridad militar, en un coche blindado y sin ventanas, desde el centro correccional metropolitano de máxima seguridad al sur de Manhattan, cuya unidad de alta peligrosidad ha sido comparada con Guantánamo. Aparte de sus abogados, los únicos visitantes del sinaloense son las gemelas Guzmán Coronel, de siete años. Ni siquiera su esposa puede llegar a esa habitación de menos de tres por tres metros donde El Chapo pasa 23 horas diarias en solitario, con una única pequeña ventana esmerilada, sin reloj, con un foco prendido día y noche y una reja separándolo permanentemente de todo contacto humano.