Por: Iliana Yaschine
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
El nuevo gobierno federal en México ha prometido una profunda transformación del país en el marco de lo que concibe como una era posneoliberal. En ese espíritu ha realizado diversas acciones para revertir o eliminar lo que considera vestigios del neoliberalismo que caracterizó la política pública desde mediados de la década de 1980. Éste es el caso de la cancelación del programa Prospera, el programa emblemático de la política social durante los últimos 20 años. Esta decisión se tomó sin una buena justificación, ni reconocimiento alguno de sus logros. Si bien existen muchos elementos para discutir a fondo la conveniencia de rediseñar el programa, con miras a transitar hacia una política social universal que garantice al ejercicio de derechos sociales de toda la población, la decisión de eliminarlo, sin contar con una alternativa mejor, habrá de generar efectos perniciosos sobre el bienestar de la población más vulnerable del país.