Por: Luis Javier Plata Rosas
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
Por el lado de la ciencia —a veces seudo, a veces tan sólo mala— de investigadores como Cesare Lombroso, quien no siempre era muy diestro para apoyar con evidencia sólida supuestas relaciones casuísticas, tenemos hipótesis sobre la zurdera algo maniqueas. Lombroso aseveraba, por ejemplo, que entre los criminales predominaban quienes tenían predilección por cometer sus fechorías con la mano izquierda (ésta es la parte de mala ciencia). Ser zurdo, según el padre de la criminología, era evidencia de que el cerebro de la persona en cuestión sufría una regresión biológica similar a la de los primates no humanos y a la de los “salvajes” (y ésta es la parte seudocientífica). En el otro extremo, en especial cerca del Día Internacional de la Zurdera (13 de agosto), una mayor habilidad de usar las extremidades izquierdas —sean manos o pies— es señalada como un don especial que viene acompañado de una mayor inteligencia, de una mayor creatividad o, ¿por qué no?, de ambas cualidades que distinguen a, digamos, un Leonardo da Vinci, del resto del rebaño de derecha.