El futuro que nos preocupa

La caída en la demanda de exportaciones, turismo y los precios del petróleo hubiera bastado para golpear duramente a la economía mexicana.

A esto se sumó la suspensión de actividades domésticas para frenar el contagio.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Nora Lustig y Jorge Mariscal

Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos

Millones que antes no eran pobres están perdiendo sus empleos, y muchos pasarán a ser pobres. Los impactos negativos podrían perdurar porque, como ocurrió en crisis anteriores, la desnutrición infantil y la deserción escolar aumentarán. No se aprecian intentos firmes para combatir la desnutrición infantil en la población vulnerable o para cerrar la brecha digital para quienes más necesitan poder estudiar. Además de la destrucción de capital físico por el cierre de empresas, la erosión del capital humano de la población pobre y la clase media empobrecida generará mayor desigualdad, como ocurrió después de la crisis de la deuda de los ochenta. Un ejemplo emblemático y absurdo de las consecuencias indeseables de la predicada austeridad, y de la contradicción inexplicable con el principio enunciado de “Primero los pobres”, es el cierre de instituciones como las Casas de la Mujer Indígena que deja a muchas mujeres muy pobres sin redes de apoyo para la salud y ante la violencia doméstica.

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