Por Juan Antonio Del Monte Madrigal
Ilustración: Gonzalo Tassier
No fueron pocas las personas que cuestionaron estupefactos en sus redes sociales la pertinencia de que uno de los futuros representantes en el congreso potosino usara pantalones tumbados, paliacate al cuello, camisa de cuadros, placazos tatuados en el pecho y mantuviera las manos del barrio bien firmes. Aunque una sólida cargada salió a defender la victoria del también conocido como “El Mijis” y señalar el clasismo y discriminación que había detrás de estos cuestionamientos, para dichos adalides de la correcta moral había llegado a la cámara de diputados un pandillero, un cholo, un delincuente, un criminal, es decir, alguien a quien puede imputársele cualquier etiqueta peyorativa con que se nombra a un chavo banda, a un morro de la calle.