Por: Ana De Luca
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Es una afirmación trillada, una frase repetida ad nauseam que señala a la sobrepoblación como el origen de la crisis ambiental. Este mensaje resuena en las redes sociales, las conversaciones familiares y los espacios académicos por igual. “Es que somos demasiados”, “Ya no cabemos en el planeta”. Este discurso, que lleva más de doscientos años en el closet simbólico de la humanidad, se saca cada tanto y se usa a modo. Uno de esos momentos en los que se desempolvó fue en los años sesenta. En esta década, muchos de los textos icónicos del auge ecológico señalaban a la sobrepoblación como la causa principal del deterioro ambiental. A pesar de que sabemos que esta narrativa es simplista en sus premisas, está desactualizada y es esencialmente perversa, en los últimos años ha ganado relevancia a medida que la crisis climática avanza. Desde entonces, este discurso desafortunadamente se dejó de almacenar. Esta narrativa merece ser ocultada en el cajón de las grandes vergüenzas de la humanidad pues no es más que una ideología elitista, sexista y racista, además de que desvía la atención de las verdaderas causas de la crisis ambiental.