Por: Samuel Ponce de León Rosales y Mauricio Rodríguez Álvarez
Ilustración: Raquel Moreno, cortesía de Nexos
En el caso del covid-19, las vacunas disponibles se desarrollaron a partir de plataformas biotecnológicas que ya se habían estudiado para prevenir o tratar otras enfermedades, las cuales se adaptaron para lograr productos que protejan contra el nuevo virus. En poco tiempo se realizaron con máxima velocidad los estudios en animales (preclínicos), los primeros ensayos clínicos en humanos y el escalamiento para la producción a nivel industrial. Cuando las vacunas demostraron ser seguras y efectivas, se efectuaron estudios clínicos en grandes poblaciones para comparar estos parámetros de las nuevas vacunas contra los de vacunas ya existentes o contra productos inocuos (placebo). Una vez que se tuvo toda esta información y que las vacunas demostraron ser seguras y efectivas, se comenzaron a utilizar bajo un esquema de autorización de emergencia que implica continuar recabando información de los estudios clínicos, manteniendo una vigilancia estrecha sobre los eventos adversos que pudieran estar relacionados con el uso de las mismas en población abierta.