Por: Brenda Flores Cabrera
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
En economía, la variable que se utiliza más comúnmente es el Producto Interno Bruto (PIB). Este nos brinda una idea del nivel de producción de un país o, en este caso, de una entidad. De este modo, el PIB representa una cantidad de dinero agregada que, al medirla por habitante —es decir, el PIB per cápita—, podemos comparar de una entidad a otra. En términos simples, el PIB per cápita nos habla de cuánto le tocaría en promedio a cada quién si el producto agregado de su estado fuera un pastel. Al recurrir a esta medida, observamos que a nivel nacional el PIB per cápita de 2020 fue de aproximadamente 122 748 pesos, mientras que los tres estados con PIB per cápita más bajo fueron Chiapas, Oaxaca y Guerrero, con 43 499 pesos, 57 396 pesos y 60 024 pesos, respectivamente. Esto implica que el ingreso promedio en cada una de esas tres entidades es menor a la mitad del promedio nacional. Esta situación ya nos puede dar una idea del rezago al que se enfrenta la población del sureste del país. Adicionalmente, al analizar los datos de pobreza laboral a nivel estatal, es decir, el porcentaje de la población en un hogar con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria, vemos que nuevamente Chiapas, Guerrero y Oaxaca son las tres entidades más rezagadas, con más del 60 % de sus poblaciones en dicha situación. En particular, en Chiapas siete de cada diez personas se encuentran en un hogar cuyo ingreso laboral no es suficiente para adquirir la canasta con los alimentos más básicos.