Por: Héctor Ceceña Álvarez
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
Lorenzo Romano Amedeo Carlo Avogadro nació en 1776 en Turín, Italia. De familia noble, Avogadro eligió seguir una carrera en la ciencia. Fue nombrado profesor de Física en la Universidad de Turín en 1820 y, luego, en 1833, fue elegido presidente de la Academia de Ciencias de Turín. En la época de Avogadro existía una gran controversia entre los científicos sobre si la materia era discreta o continua. Los químicos, en particular, estaban divididos entre dos teorías sobre la naturaleza de la materia: la teoría corpuscular, que sostenía que la materia estaba compuesta por partículas indivisibles llamadas átomos, y, antagónicamente, la teoría de la continuidad de la materia, que afirmaba que la materia era continua y que no estaba compuesta por partículas individuales. Avogadro se interesó en esta controversia y propuso una hipótesis que, finalmente, se conocería como la ley de Avogadro. Según esta ley, los volúmenes iguales de diferentes gases, bajo las mismas condiciones de temperatura y presión, contienen el mismo número de moléculas.