Por: Jesús Silva-Herzog Márquez.
Ilustración: José María Martínez, cortesía de Nexos.
La política corrompía también la memoria. Por eso había que desconfiar de quien escribiera historia con mayúscula. La Historia convertida en moraleja, en instructivo y en engaño. Lo más característico de la historia es que juega un papel en la historia misma. El arte de la historia era, para el poeta, una de las grandes maravillas de la inteligencia. Un arte tan profundo, tan fino, tan perceptivo como las joyas más exquisitas de la literatura o de la filosofía. Podríamos perfectamente deleitarnos con estos frutos del arte de la memoria, esos ejercicios de la imaginación que se vuelcan al pasado, si tan sólo no irrumpiera la política para apropiárselos y pervertirlos.
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