Ética de la ambigüedad

La ambigüedad divide: hay quienes la vanaglorian, otros la desprecian, algunos la atesoran porque pregunta y siembra dudas y otros se sienten incómodos por no encontrar las respuestas definitivas a determinados problemas o preguntas.

Ética de la ambigüedad
Nexos
Ciudad de México /

Por Arnoldo Kraus

Ilustración: Kathia Recio

En su libro “En busca de un mundo mejor”, Karl Popper al cavilar sobre las fuentes del conocimiento expone diversos entramados. La siguiente idea, aunque Popper no utiliza la palabra ambigüedad, es una suerte de elogio a esa virtud: “Cada solución de un problema crea nuevos problemas sin resolver. Cuanto más difícil sea el problema original y más osado el intento por resolverlo, más interesantes serán estos problemas nuevos. Cuanto más aprendemos acerca del mundo, más profundo será nuestro aprendizaje, más consciente, claro y bien definido será nuestro conocimiento de lo que no conocemos, nuestro conocimiento de nuestra ignorancia. La fuente principal de nuestra ignorancia está en el hecho de que nuestro conocimiento puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia debe ser necesariamente infinita”.

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