Por: David Gómez Álvarez
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
El gobierno del primer ministro Abyi mantiene una cantidad insostenible de frentes abiertos dentro de su país. Su agenda “asimilacionista” se traduce en la anulación de facto del federalismo constitucional que ha permitido la coexistencia pacífica de las etnias, tribus, religiones, lenguas y otros clivajes culturales en Etiopía. La reciente alianza política entre el gobernante Partido de la Prosperidad y el recientemente creado Partido de Ciudadanos Etíopes por la Justicia Social, que se opone al arreglo federal multinacional, es un indicio de una posible reforma constitucional regresiva que promueve el “centralismo democrático” en detrimento del “federalismo étnico”. La oposición ha acusado al primer ministro Abyi de tener aspiraciones imperiales ante el fracaso de su gobierno para restablecer la paz. El majestuoso mosaico etíope de la reina de Saba amenaza con balcanizarse. La única manera de que el “país más africano” no se fracture es preservando su federalismo étnico, único en el mundo.