Por: Ana Luisa Pérez Sánchez
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
La polinización es el proceso por el cual se da la transferencia de polen, desde los órganos de reproducción masculinos (estambres), hasta los femeninos (estigma). Para que la reproducción de las plantas se logre con éxito, la propagación debe darse entre las plantas de la misma especie, por lo que cada animal tiende a contar con una flor específica para polinizar, también denominado síndrome de polinización, el cual es la relación directa con los animales. Además de las características de las flores en cuanto a su estructura, esos atributos son asociados con “recompensas” para los polinizadores a través del néctar, del polen, los aceites, las fragancias, entre otras. El polinizador buscará flores que se adecuen a las características que tiene, como su tamaño, preferencia por un aroma, atractivos visuales, etc. Al acercarse a las estructuras reproductivas de la planta, atraído por el aroma o para comer, el polen se impregnará en alguna parte del cuerpo y podrá llevarla hacia otra planta, depositándola en el estigma.