Por: Ariel Rodríguez Kuri
Ilustración: Daniela Martín del Campo, cortesía de Nexos
Una consecuencia extraordinaria, cuyos efectos apenas entrevemos, es la división creciente en la comunidad cultural y religiosa judía respecto a la justicia histórica de un sionismo no reelaborado para la actualidad. Es decir, respecto al pacto mítico, nacional y fundante de Israel tal como opera sobre el terreno hoy por hoy. En distintas ciudades del mundo observamos expresiones públicas contra el sionismo, por cuenta de ciudadanos que se pueden ostentar como miembros de dos o más naciones (la de Israel sin duda). El sionismo como campo organizador de una identidad y una política global está lastimado, fisurado quizá, en un fenómeno que los medios de comunicación registran de mejor manera en imágenes que en conceptos. Y sí, se prefigura un perverso resurgimiento del antisemitismo; pero la noticia que nos deja la coyuntura de octubre es otra: un sionismo astillado, amenazado desde adentro por la conciencia libre y rebelde del pensamiento judío crítico, a la vez fundación y producto de nuestra propia conciencia.