Por Claudia Macías y Vianney Fernández
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Por su capacidad para alcanzar a millones de personas mediante cada una de las acciones que despliegan, los gobiernos son un factor crítico para transformar el statu quo en una mejor situación para toda la sociedad. Sin embargo, los problemas públicos que estos actores enfrentan son muy complejos y a menudo requieren de soluciones ágiles. Ante este escenario, ¿qué pueden hacer los gobiernos para actuar adecuadamente y con celeridad? Una posible salida consiste en proponer una respuesta rápida que, con un poco de suerte, sea la solución buscada. Sin embargo, proceder de esta forma podría traducirse en un dispendio de recursos. Una segunda opción puede ser emprender un largo camino para llegar a la Respuesta —así, con mayúsculas. No obstante, obtener la Respuesta para el problema de ayer podría tomar más tiempo que el que le lleva al problema evolucionar en algo completamente diferente, haciendo obsoleta esta solución. Ante la disyuntiva entre tomar decisiones a ciegas y la “reinvención de la rueda”, el uso de evidencia rigurosa en la elaboración de políticas públicas abre una tercera vía que permite a los gobiernos conocer acciones que previamente han probado su eficacia e implementarlas con celeridad.