Por: Philip N. Cohen
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Los autores del estudio sobre la ivermectina en la Ciudad de México son empleados del mismo gobierno que implementó una política pública llena de fallas científicas y de faltas de éticas, y como tal tenían un interés político y burocrático en producir resultados alentadores para justificar las decisiones de sus superiores. Estos mismos empleados han usado el estudio en cuestión para promover el uso de ivermectina durante meses. Los autores del artículo concluyen el resumen del mismo con la siguiente oración: “El estudio demuestra la utilidad de intervenciones basadas en la ivermectina para aminorar los efectos del covid-19 a lo largo y ancho del sistema de salud”. Como explicaré más adelante, tal afirmación sería inequívocamente falsa incluso si los autores del artículo hubieran seguido una metodología intachable en su análisis. Por si esto fuera poco, las fallas del artículo han contribuido a la epidemia global de desinformación. De la mano con otras teorías de conspiración anticientíficas, el texto de Merino y compañía ha saboteado la aproximación científica a la pandemia y a la salud pública en general. Uno no puede decir inocentemente que la ivermectina funciona sin volverse parte de esta campaña de desinformación, especialmente si uno ocupa una posición de poder en el sistema de salud pública.