Por: Josué Ríos Martínez
Ilustración: David Peón, cortesía de Nexos
La legitimidad con la que AMLO arribó al poder en 2018 abrió una ventana de oportunidad. Sin embargo, el nuevo gobierno enfrentó la exigua aceptación de su propuesta aeroportuaria entre los expertos del sector aeronáutico, por lo que apeló a un actor emergente: la consultora francesa NavBlue. El resultado fue un estudio de prefactibilidad para evaluar la viabilidad de la operación simultánea. Sin embargo, el peritaje sólo abonó a la controversia, pues si bien determinó que la solución era técnicamente factible, los resultados señalaron que el estudio no proporcionaba una conclusión definitiva, por lo que la consultora recomendó emprender evaluaciones adicionales. A pesar de lo anterior, la participación de los expertos europeos fue una válvula de alivio frente a las incertidumbres del proyecto. A partir de ese momento, NavBlue se convirtió en el principal brazo técnico del gobierno en materia de espacio aéreo. Un año después, la consultora publicó un segundo estudio en el que recomendó reconfigurar el espacio aéreo de la metrópoli y adoptar una tecnología de navegación satelital de alta precisión denominada performance based navigation (PBN).