Por: Otto Granados Roldán
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Si uno mira América Latina, concretamente, es verdad que hay elementos antiautoritarios, pero no veo tantos progresos de la democracia. Veo más, en muchos países, un desborde de los sistemas políticos y un tipo de neopopulismo en el sentido de que en algunos se pueden elegir, o se eligen de hecho, a candidatos que dicen cambiar. Por ejemplo, la caída del régimen monopartidista en México es un elemento positivo, pero, en sí misma, no me parece la democracia plena. No es poner en duda que las elecciones fueron limpias, legales, etc., de eso no hay duda, desde luego. Pero pasa igual en Chile: el señor Joaquín Lavín casi gana diciendo exactamente lo mismo que en México: “Hay que cambiar”. ¿Qué va a cambiar? No lo sé, no me queda claro. La victoria de Chávez se explica muy fácilmente por el derrumbe del régimen de partidos en Venezuela, pero por sí sola no la veo democrática. En Colombia ya no se trata de democracia, se trata de muertos: es un país en una situación absolutamente dramática.