Por: Roberto Rodríguez Gómez
Ilustración: Pablo García, cortesía de Nexos
Independientemente de las formas oficiales de contabilizar el gasto público en ciencia, tecnología e innovación, hay una tendencia clara de desinversión en el sector. Ésta da inicio en 2016, comprende la segunda mitad del gobierno de Enrique Peña Nieto y se extiende hasta el presente. Lo más preocupante es la ausencia de signos de recuperación al margen de la retórica gubernamental de fomento a estas actividades o de transformación de las mismas en beneficio de la población. Por el contrario, lo que se advierte son esquemas de austeridad y constricción del gasto aplicable, límites a los principales mecanismos de apoyo y fomento, así como menosprecio a buena parte de las instituciones y personas dedicadas a las actividades de producción científica y desarrollo tecnológico. Finalmente, en la actual elaboración de la Ley General de Ciencia Tecnología e Innovación, en el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación y principalmente en la elaboración de los próximos presupuestos de egresos de la Federación debería tomarse en cuenta esta problemática y ser establecidas tanto metas como estrategias para la recuperación económica del sector. En caso contrario estamos ante el probable escenario de un sexenio perdido para el desarrollo científico de México.